Es una golosina líquida. Para degustar de ella, hay que dirigir el cañón a la boca y disparar. Cuando Mayra vio a los niños de su vecindario usarla, se acercó al grupo intentando disimular el espanto que le causó el juguete. Al preguntar a los niños que de dónde lo sacaron, la respuesta fue simple: “Lo venden en el colmado”, le dijeron.
“Desde que lo veo, me llega a la mente el suicidio. Es un condicionamiento a la violencia y al suicido”, comenta la psicóloga infantil, Dalkis Pimentel, quien entiende que ese tipo de artículos debería estar prohibido.
Los sobrinos de la doctora también han visto el dulce. Lo venden en algunos colmados del sector donde viven en El Almirante, Santo Domingo Este, colindante con Hainamosa, donde reside Mayra.
Al cuestionar a moradores de esos sectores sobre el dulce, niños y adultos dicen que lo conocen y sugieren nombres de lugares donde se pueden conseguir. “Yo lo vendía, pero hace unos meses que no lo veo”, comenta una señora en un pequeño colmado en El Almirante.
En una distribuidora de la zona, una de las encargadas ofrece detalles de su comercialización.
El dulce viene en cajas de 30 unidades que se venden en 83 pesos y se detallan a 10 pesos por unidad. Los datos casi concuerdan con los de otro vendedor de una distribuidora de golosinas en Villas Agrícolas, donde la caja de 30 unidades, sin embargo, cuesta 120 pesos.
“Yo ahora no lo tengo, pero de seguro usted lo encuentra en otra distribuidora, búsquelo como ´spray pistolas´, dice atento el hombre.
Ambos vendedores concuerdan en que se trata de productos chinos que se distribuyen en el país y que tienen una buena acogida en el mercado, porque, además de adquirirlos a precios asequibles, a los niños les gusta mucho el dulce. La variedad de sabores y de los recipientes también es muy atractiva.
Los hay en forma de astronautas, de cohetes y también de inodoros, por mencionar algunas.
“Lo que más me llama la atención es desde el punto de vista del condicionamiento. Sobre el mensaje implícito que eso deja. ¿Qué está pasando, cuando un niño, para tomar el dulce de ese artefacto, de esa pistola, presiona el gatillo y lo tiene en la boca?”.
Recuerda que lo que los mensajes que se transmiten a través de lo lúdico o del entretenimiento, aunque sea negativo, se normalizan y no se le presta la debida atención.
“A mí me impactó mucho que sea un mensaje directo a la mente del niño que va a ser grande, porque lo que hoy le enseñamos como valor, se va a implantar en el adulto”.
Insiste en que los juguetes bélicos, con o sin dulce, son un condicionamiento hacia la violencia y que una muestra de ello lo vive en la consulta con niños que, ante cualquier situación que les moleste, se expresan con frases como “le doy un tiro”.
Señala diariolibre.com que bajo ese condicionamiento, la respuesta siempre es a la violencia y la pérdida del valor a la vida, comenta. Pero aún más, dice, cuando el niño vea normal llevarse un arma a la boca, cuando tenga un arma de verdad lo hará sin mayores problemas, sobre todo cuando asocia eso como una salida dulce.
“Yo pienso que las autoridades deben tener mayor supervisión, porque este tipo de artículos puede estar llegando así o con formas más sutiles a todos los niños.
Hay que tener más supervisión y de ser posible, prohibirlos”, plantea.
Aunque los juguetes con vocación bélica no están prohibidos en el país, durante varios años se hicieron campañas para concienciar a los adultos sobre la importancia de no regalar aquellos que induzcan a la violencia, como las armas de fuego.
En 2010, la Fiscalía del Distrito Nacional, junto con la Comisión Interinstitucional Educando para la Paz, realizó la campaña “Educar para la Paz con Juguetes de Vida”, que promovía el regalar artículos no violentos.