Por Carlos Rodríguez*/30/12/2016.
Nunca me ha gustado hablar de muertos, porque ellos no pueden responder. Tampoco me agrada hablar de familiares de difuntos por respeto al dolor y al luto que se lleva tras la pérdida de un ser querido.
Lo que sí puedo hacer, sin que por ello me remuerda la conciencia, es expresar que ahora entiendo el equivocado destino elegido para su vida por ese muchacho.
Sólo hay que entrar a su cuenta de Facebook para entender cuántas distorsiones y cuántas confusiones pueden alojarse en una sola cabeza, sin encontrar una sola orientación racional, sino más bien inducciones y motivaciones politiqueras para alimentar una "ideología" totalmente contrapuesta a lo que era su propio estilo de vida y una praxis que en lugar de redención social lo que producía era escarnio, terror y excaservación de la incertidumbre social.
Lo más lamentable es que esas inducciones provenían no sólo de núcleos íntimos sino también desde relaciones políticas y liderazgos que en determinado momento han sido portavoces de "inconformidades" generadas por la propia incompetencia para participar en buena lid en comicios; y mucho menos aceptar resultados no favorables sin atribuir las sucesivas derrotas de sus propuestas electorales a supuestos manejos fraudulentos de adversarios.
Ellos pudieron ser entes de moderación, más prefirieron serlo de inducción. ¿Y ahora? Naturalmente, la "solución" es culpar de la muerte de este joven al adversario, a la autoridad.
Y hasta podría surgir el intento de camuflar la comisión de delitos comunes amparados en arraigos de corte militar y policial propios del lumpenaje político con proclamas supuestamente revolucionarias y propósitos pretendidamente libertarios.
La enarbolación de amenzas contenidas en reiterados mensajes colgados en cuentas de redes sociales del ex-oficial militar desviado, exactamente coincide con proclamas post-electorales de candidatos y líderes derrotados del principal partido de oposición. Amenazas de generar ingobernabilidad "por todo el período robado".
Ello podría explicar toda una conducta de subversión, pero canalizada a través del delito desafiante y temerario.
Otra posibilidad es que muchas veces le dedicamos demasiado tiempo a mirar la "paja" en el ojo ajeno, pero nos descuidamos de un detalle: que conforme pasa el tiempo, una "paja" similar puede ir alojándose en el ojo propio.
Pero cualesquiera que haya sido la causa o que las dos a la vez hayan originado este acontecimiento, son proclives a la revisión y la proscripción de la conducta social y política de cualquier familia y de cualquier organización.
*Es periodista.